Hay que sacarlo todo a fuera cuando arriba el cansancio,
como los insultos, como las peleas sin sentido, como la comodidad constante, la
terquedad, hablar por hablar y tantas otras cosas con nombre impuestos por el
hombre desde el momento “0”porque nada debe quedarse sin ser catalogado, encuadrado
o encasillado, porque así, así es más fácil ( y esa es la verdad mas simple),
como la dicha fe que suelen depositar en otros en lugar de uno mismo mientras
se les enseña a los niños a temerle a la muerte haciendo caso omiso a los
procesos naturales de la vida, como claro fue que siempre nos reprendieron a
depender.
Comportarse, fingir, pretender, nunca valerse por uno mismo,
es solo aquello tolerable lo compatible, lo nuevo siempre es malo, siempre lo
martillan inclusive hasta en las paredes de humo toxico y fabril.
La religión, la política, la soberbia y el rencor del tonto
llamándose sabio, y el sabio que no habla por saber que no será escuchado, sobre
todo por los dos primeros que también son inventos sordos en su fanatismo por
existir innecesariamente, creando fronteras y maldad por conveniencia mientras
el inocente seguirá sin alimento en su boca viéndolos engordar y además, le
dará las gracias.
El intelecto y el corazón, tan parecidos a la diferencia y
la igualdad, y al amor en su estado más puro cuando coinciden, ciencias
exactas, amores épicos, la verdadera piel, la única, sin colores, y el alma,
sin destrucción o genocidio.
Bastará tan solo tomar los grandes libros abrazándolos entre
sus páginas sin dejar que las letras sean cambiadas, para poder sembrar la
pregunta, que íntimamente amiga de su duda tal vez provoque en humanidades
adormecidas … atreverse a pensar.
Salir a la naturaleza sin cargas ni etiquetas y allí sea todo
conocer, comenzar.