Se le nombra como tramposo al
destino por no permitirse olvidos, cuando engañando a una muerte rápida de mis obsesiones, nunca
dispuse la piel, el placer que ella produce, siempre, como si la luz la besara,
dejándome una vez mas a merced del escaso aliento de verano.
Cuando mas te hablo en realidad,
es cuando menos vuelo junto a las gaviotas, y el océano sin custodia es
entonces silencio, es la boca presa, la boca encerrada, y el pecho y el pulso,
que no piden disculpas.
Crear nuevos limites, una
frontera, estarán allí, en la frase ideal, la palabra justa, y el momento
congelado, un universo constelado como si fueras mío, y sin pertenecerme, se
asomara desde la puerta; Luego me llevaras al cielo, para dejarme caer, tal vez,
una vez mas, o tal vez, otra oscura fantasía en la que permita que “Nada
hubiera sucedido”, juraremos, y la adolescencia volverá de donde nunca debió
moverse, porque ese, era el camino.
Los culpables no existen, tampoco
las victimas, solo hay hechos, y hay consecuencias tan reales como las
decisiones propias, mientras las ideas, sigan permaneciendo en el ojo de otros.
Vestiré galas y correré desnudo,
y se que me sentiré muy bien, eso lo se, porque seré quien soy, y al que ahora
quiero ser, solo será un futuro cercano si ya no lo he conseguido, por mi;
-¿¡Como dicen?! ;…Falta de ambición.
A la mala costumbre de no ver de
frente a mis ojos, tratare se anuncie en formas inesperadas, con excusas, con
enojos, como lo que siempre sobra en la calle y en mi, como caricias golpeadas
de caricias encontradas, y en si, apartar mi corazón, para ya no tener culpas
sin asumir.
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