Afuera llueve, el sonido del agua se confunde con el paso del transito, y la sensación de frescura me relaja sorpresivamente, el sonido del reloj se escucha en toda la sala, solo tiendo a recostarme sobre el sillón, la brisa mueve las cortinas, y en un momento nada mas, comienzo a recordar, los regalos del abuelo, sus ojos claros, las corridas y bromas junto a mis primas, todas mujeres, siempre, la gran familia feliz y unida a celebrar, el patio de la casa, la noche calida, los tíos, las tiradas por las barandas de las escaleras, los gritos de mama, las vecinas, todo como amables fantasmas del pasado, y no tardo en preguntarme, ¿ que habrá sido de la vida de ellas?, aunque sin respuesta asumo que han seguido con sus vidas, y noto de momento, lo crecidas de mis uñas mientras me distrae la clara luz que ingresa por el ventanal, la vista a los nuevos vecinos, los cuadros que luego querré cambiar de lugar, la sonrisa que retorna por aquellas picardías que nunca dejare escapar de mi memoria, que aunque fugaz y taciturna, las protege de los años que ya se han ido, como los veranos, los otoños, como las personas, los caprichos, la nostalgia, como el arqueo gentil de mi ceja adornando el rostro maduro, como un niño, como jugando, como en un susurro, lo que he vivido.
Querido Juany Anselmi:
ResponderEliminarAlguna vez aprendí, y no lo olvido, que la vida es tan sólo un instante entre dos eternidades. En efecto, pareciera que vamos sembrando esperanzas y cosechando recuerdos, para después, vivir de ellos e imaginar con alguna certeza, que hemos vivido.
Como siempre, me encanta tu forma de describir esos pequeños instantes que nos hacen constatar que el tiempo sigue su marcha.
¡Feliz Navidad y un maravilloso Año Nuevo para ti y todos tus seres queridos!
Con afecto:
Arturo
Si Arturo, esos instantes maravillosos que tan generosa la vida nos ha regalado...Un Abrazo!!!
ResponderEliminarJuany.