Dicen que sabrá volar aquel que se atreva a amar sin sentido, el que salga afuera como plebeyo y deje impregnado su propio brillo en la mirada correspondida, ya que si bien al amor no se lo produce, a veces, se lo invita…
Ahora enciendes el fuego en la salamandra y pruebas su furor en manjares de palabras, que en tu defensa tienen ganas, afecto y sacrificio, supiste sin poderlo evitar, de la falsedad y lo cotidiano llamándolo rutina, e innegable, dentro de lo que quedaba nublándose en el viejo Poseidón de tu mirada, reprochaste sin mensura, y ya luego, no deseaste la fortuna, cuando entonces, te encontraste una vez mas, en soledad, y en tu máxima compañía…
Como el manto del medio día te arropaste en la prisa, con la calma, con la vida de la vida, regalando rostros alejados, alejaste sequías, obsequiaste buena fe y dulces melodías, que al tenderse entre sabanas lo poco de este logro, comprendiste únicamente, que era parte esto de un todo, lo mas puro del camino, logrando el rostro que tenias, el que nunca antes habías mirado, y sin remedio en su ironía, el rostro que haz deseado.
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