La mirada se pierde en el horizonte, detrás de gafas tan oscuras no se distinguiría ni un mínimo destello de no ser por el complejo rostro que siempre nos delata, es como el cielo, como las nubes, los claros y oscuros que habitan en el y toda una comparsa hecha colores pintados quizás por Ángeles, en el viento, se siente el alivio de las horas, de un sol que sonríe constantemente y luego duerme en sus atardeceres, como la Aurora al despertar, pero a su inversa, continuando con el capricho de ser siempre divertido, como la noche y sus capullos, sus rocíos de verano, sus inviernos esperados, como el mar en los recuerdos, y las caricias que la sal alguna vez te regaló, el sollozo, la nostalgia, como voluptuosa montaña, como lagos apaciguados, como tu, en plenitud de paisajes imborrables, con su sabor en la boca, con los dedos húmedos y templados, abrigados junto a otra piel quizás, cual regalo de la vida causada por antojos divinos.
Es innegable la queja en la victoria, el ser humano, no es complejo, tan solo somos niños que buscamos aun mayor numero de juegos, para mantenernos entretenidos y parecernos a la completa felicidad, es el ser quien lo idolatra y el humano quien reprocha, como el alma que fugaz escapa y el cuerpo que solo debe conformarse con soñar, la precisa e inconstante fantasía hasta lograrla realidades con mucho esmero, lo importante, lo banal, lo que realmente se desinhiba de aquel anhelo no confesado, como el tesoro mas valuado, como carruaje de reyes y princesas, como luces que no existen, sino para brillar, en el deseo codiciado por los ojos, en el merecido y al fin, descansado reposo.